Que quizá te encuentro a ti, que vengas y no me des nada y que me vuelvas loca y me hagas estremecer con tus putas palabras. Que tengas una de esas lenguas que envenenan. Una como la mía. Una que haga daño. Que lo llene todo de dolor e ira. Que tu lengua sea mi mismo infierno y que formemos juntos una casa entre las llamas y allí ya nada pueda hacernos arder. Ser cómplices de nuestra propia locura. Ser uno junto al otro bestias inhumanas que sólo sienten por sí mismos y entre nosotros.
Y al mundo que le den.
¿Dónde estás, alma del infierno?
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